Escribo,
como dos almas invernales,
encendiendo la ceniza,
desatando la tormenta.

Tan pronto vestí el verso
no pudo mi tinta dejarte.

Nos encontramos en el poema,
nos descubrieron las palabras
y dijeron excitadas
lo que nuestro amor tuvo que ocultar.

Tan pronto te fuiste al nuevo mar.

Mi tinta jamás podrá envejecerte,
jamás podrá esconderte.

No me olvides, Eterno,
no me olvides,
que mis labios jamás dejarán de besarte.

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